En la convivencia el hecho de compartir muchas cosas y el tener diferentes opiniones con respecto a la forma de hacer o de entender la vida y conceptos como familia, tiempo libre, el sexo, la organización, la educación de los hijos, etc., nos puede llevar a situaciones tensas y difíciles con nuestra pareja que no favorecerán nuestra relación.
Cuando una tensión degenera en discusión hay que procurar tener cuidado y que nuestra actitud sea de serenidad, la forma de hablar tranquila, el tono de voz calmado, enfocar bien las situaciones pensando por qué nos sentimos así y aprender a identificar las causas que realmente la provocan, esto nos ayudará mucho a reflexionar, a ver la dimensión real del problema, saber lo que nos altera, por qué nos hace sentimos mal realmente, para poder ver las cosas desde un punto de vista diferente.
La primera cosa que debemos tener en cuenta es analizar la causa, saber qué nos ha sentado mal, qué ha sido el detonante (un gesto, una frase mal dicha, una mentira, un flirteo, etc.) y si hay alguna otra razón oculta (un mal día de trabajo, un hecho repetitivo, tensiones con otra persona o por otras cosas, etc.), esto siempre se hace evidente porque la reacción es desproporcionada.
Cuando no entendemos una reacción de nuestra pareja ante una situación, comunícale cómo te sientes, lo mejor es utilizar frases sencillas para averiguar el motivo, preguntándole y analizando con calma la situación, mirándole a los ojos y prestándole atención, sin intentar imponer nuestra opinión, ni desviar el tema, hasta averiguar por qué estamos discutiendo realmente.
Es imprescindible evitar la estrategia defensiva-ofensiva que genera agresividad, no descalificar, no insultar, no gritar, no faltar al respeto, no amenazar, no atacar los cimientos de la relación. Si la rabia os ofusca, tomaos un tiempo, posponedlo el tiempo que sea necesario hasta que estéis calmados pero hacedlo con tacto, que el otro no piense que queréis olvidarlo y dejarlo sin solucionar. Cuando lo retoméis tratad de exponer de forma sencilla el problema. Si no hay un motivo real o has exagerado mucho, siempre debes ser humilde y disculparte aceptando tu parte de culpa y demostrando que tienes interés en solucionarlo.
Cuando la razón de la discusión es más seria que una simple tontería habrá que buscar soluciones y hay que centrarse en el tema principal y procurar que la discusión sea lo más breve posible, si es necesario lo escribís. Hablad minimizando la situación y en primera persona (yo quiero, yo siento, yo soy, etc.) para llegar a acuerdos en lo que debáis negociar hasta que la solución os satisfaga a los dos. Si recurrís a una tercera persona para que os ayude procurad que sea muy justa y muy imparcial. De lo que se trata es de solucionar un problema para que ambos viváis más felices.
Cosas intocables: la relación de pareja es lo más importante no debemos cuestionarla en ningún momento. Evitad los reproches, no recordar cosas desagradables del pasado que no tienen nada que ver con el tema que se trata. No juzgues a la persona y mucho menos injustamente. No hables por el otro, ni presupongas lo que piensa. No te justifiques para evadir el problema. No te enfrentes directamente. No le ataques.
Una relación es dar y recibir, en las soluciones que adoptéis hay que incluir cosas que no beneficien totalmente a uno de los dos. Todos tenemos que hacer compromisos en nuestras relaciones y lo que sentís el uno por el otro debe quedar por encima del motivo de la discusión. Lo mejor es tomarse las cosas con calma, respeto, paciencia y recordad que estáis juntos porque os amáis y vuestra vida será más satisfactoria si ambos vais en la misma dirección, pero sobre todo haced las paces y no os guardéis rencor.
En el Centro de Psicología Huércal de Almería estamos para ayudarte en las relaciones de pareja o a nivel personal en cualquier aspecto de tu vida, ayudándote a tu crecimiento y evolución personal.
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