Los hallazgos de Valerie V. Hunt
En los años 70 la científica de la Universidad de California (UCLA), Valerie V. Hunt, que fue Profesora Emérita de Ciencias Fisiológicas de ésta casa de estudios, comenzó a desarrollar mecanismos para investigar lo que ella denomina campo humano de bioenergía, siendo la primera en estudiar científicamente la relación entre las alteraciones de estos campos de energía y los trastornos y patologías emocionales.
Las indagaciones en este tema de la doctora Hunt, comenzaron cuando analizaba la actividad muscular en individuos, como parte de una investigación para la UCLA.
Para su sorpresa, los datos mostraron relaciones entre el comportamiento neuromuscular y rasgos de la personalidad. Un tiempo después llegó hasta sus manos un instrumento desarrollado por un ingeniero de la Nasa, que se utilizaba para registrar la actividad muscular y cardíaca de los astronautas durante los primeros viajes al espacio, en otras palabras, un sistema capaz de interceptar y proyectar la actividad eléctrica del cuerpo.
Con este nuevo instrumento Hunt tenía la intención de profundizar en sus descubrimientos sobre el comportamiento muscular y las emociones, sin embargo comenzó a evidenciar lecturas electromagnéticas diferentes de las conocidas hasta ese momento.
Descubrió lecturas que describían una energía electromagnética emanando del cuerpo humano que se caracterizaba por ser continua, a diferencia de los registros electromagnéticos del corazón, el cerebro, y los músculos, que se caracterizan por ser señales intermitentes, que se prenden y se apagan (off-and-on).
Así, esta científica comenzó a entender que hay dos sistemas eléctricos en el cuerpo: uno es el muy conocido sistema de corriente eléctrica del sistema nervioso, el cerebro, las neuronas, y los nervios, que causa la contracción muscular, la transmisión nerviosa, la secreción glandular y la sensorialidad. Y el otro, un campo de bioenergía “que probablemente emane de los átomos y las células”.
Asimismo la doctora detectó que este nuevo sistema tenía como característica el ser menor en amplitud y mayor en frecuencia que las otras frecuencias eléctricas registradas en el cuerpo, y que “esta energía electromagnética es ocho a diez veces más rápida que la otra electricidad biológica registrada en la superficie del cuerpo, y alrededor de la mitad a un tercio tan fuerte como el mili voltaje de un músculo en reposo.”
Otra característica que sorprendió a Hunt fue constatar que “antes de que las ondas del cerebro fueran activadas y antes de que el ritmo cardiaco, la presión sanguínea y la respiración fueran alteradas por un estímulo, este campo de energía ya había respondido.”. Lo que la llevó a postular que la reacción primaria de una persona se da este campo de bioenergía, y no en los nervios sensoriales o en el cerebro.
Y una de la cualidades más sorprendentes detectadas en este campo, es que es único en cada persona: “de aproximadamente 600 horas de registro bajo muchas circunstancias descubrimos que cada persona tiene un campo predecible y recurrente, caracterizado por medidas como el color, la cantidad de energía, la dominancia en áreas particulares del cuerpo, y la integridad del patrón de espectro.
En síntesis algunas de las propiedades de este campo de bioenergía son:
- Es continuo.
- Es menor en amplitud y mayor en frecuencia que las otras mediciones electromagnéticas del cuerpo.
- Es la primera medición del cuerpo en responder a un estímulo.
- El campo de cada persona es único, predecible y recurrente.
Luego de estos hallazgos, Hunt comenzó a asociar este campo electromagnético con lo que se ha conocido en otras culturas como el aura, el prana, o el chi. Así su investigación se dirigió a temas usualmente definidos por los científicos como fenómenos místicos o paranormales.
Durante los siguientes 20 años Hunt condujo muchos estudios donde se examinaron la sanación a través de las manos, varios tipos de meditación, y transacciones de energía no verbales. Los análisis contrastaron las mediciones electromagnéticas con lo que los sanadores y lectores del aura afirmaban ver, con los sistemas de energía descritos en filosofías orientales como los chakras, y todo esto aplicado a casos de personas saludables o con patologías tanto físicas como emocionales.
“Las lecturas de los sensores localizados en las áreas de los chakras correspondían directamente con las descripciones que los lectores del aura hacían de la cantidad de energía, su color, y su calidad dinámica. Adicionalmente, parecía haber una relación cercana entre estas mediciones y los estados emocionales, la imaginería, y las transacciones interpersonales de los sujetos.”
Como lo afirma Hunt “creer sin cuestionar, o descartar sin investigar, es comportarse poco científicamente”, y gracias a esta convicción la doctora Hunt y su equipo emprendieron un camino de exploración científica de los fenómenos de sanación energética, que los llevó a obtener muchos descubrimientos insospechados.
REFERENCIA
Hunt, Valerie V. “Infinite Mind”. Malibu Publishing Co. California, Estados Unidos. 1996.
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