Llamamos estrés a la tensión que genera nuestro organismo a modo de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada. Puede originarse por un pensamiento o situación que haga sentir frustración, ansiedad, furia, etc. Esta reacción fisiológica del organismo es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. Cuando este mecanismo de defensa crea tensión en exceso, ocasiona modos de vida perjudiciales para la salud, provocando síntomas leves y enfermedades graves a largo plazo.
Algunos ejemplos de las enfermedades y anomalías que esta tensión continuada puede provocar en el organismo son: olvidos (ocasionando problemas de memoria), alteraciones en el ánimo, nerviosismo, falta de concentración, cambios hormonales sobre todo en las mujeres como hinchazón de mamas, dolores abdominales inferiores, etc.
La patología del estrés va en aumento en el área laboral, sobre todo en el sector servicios y con mayor riesgo para los puestos jerárquicos, que requieren mayor exigencia y dedicación.
El estrés crónico está relacionado con un trastorno de ansiedad, que si bien es una reacción normal frente a diversas situaciones de la vida, cuando se presenta en forma excesiva constituye una enfermedad que puede alterar la vida de las personas.
El efecto que tiene el estrés en el organismo es profundo:
-Predominio del sistema simpático (vasoconstricción periférica, midriasis, taquicardia, taquipnea, ralentización de la motilidad intestinal).
-Liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), de cortisol y encefalina.
-Aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos libres y factores inmunitarios.
Todos estos mecanismos están enfocados a aumentar las posibilidades de supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, el problema surge cuando se los mantiene indefinidamente. A medio plazo este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede producir patologías como: trombosis, ansiedad, depresión, temblores, mareos, respiración rápida, sudoración, heces sueltas, necesidad frecuente de orinar, boca seca, inmunodeficiencia, dolores musculares, insomnios, trastornos de atención, diabetes, problemas para deglutir, dificultad para concentrarse, problemas sexuales, sentirse cansado, impaciencia exagerada, etc.
El estrés interviene en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. El origen del estrés se encuentra en el cerebro que es el que emite una respuesta encargándose de reconocer y responder.
El respuesta ante el estrés se puede mejorar cambiando la concepción que la persona tiene sobre sí misma, mostrándole su capacidad de desarrollar nuevos recursos y de afrontar las situaciones que se le presenten en su vida para que no le resulten extresantes.
Los experimentos llevados a cabo demuestran que un fuerte estrés durante un corto período de tiempo destruye varias conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico (experimentos con ratas) hizo disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria.
El estrés es la consecuencia de la relación particular del individuo con su entorno y puede ser consecuencia de la anticipación mental acerca de lo que puede ocurrir en el futuro. Diferentes individuos responden a las mismas condiciones estresantes de formas diversas.
Los estresores únicos debidos a cataclismos y cambios drásticos en las condiciones y entorno de vida de las personas son los más importantes. Los estresores múltiples son ocasionados por cambios significativos y de trascendencia vital para las personas. Los estresores cotidianos son los imprevistos, las alteraciones y el cúmulo de molestias de las pequeñas rutinas cotidianas. Los estresores biogénicos son mecanismos físicos o químicos que disparan la respuesta de estrés sin la mediación de los procesos psicológicos.
Muchas personas se sienten estresadas al empezar en un nuevo trabajo o colegio, mudarse a una nueva casa, casarse, tener un hijo, romper una relación de pareja, de amistad, con un familiar, de trabajo, una enfermedad propia o de algún familiar, adicciones propias o de algún familiar, etc.
Para combatir el estrés resulta muy eficaz el respirar profundamente centrándose en la respiración, también es necesario desarrollar la autosuficiencia, la fortaleza, el optimismo, la coherencia y el autocontrol. A nivel físico contribuye tener una dieta saludable, almorzar tranquilo en un ambiente agradable, un sueño reparador, hacer ejercicio físico, tomarse un tiempo para la relajación, meditar, hacer cosas que nos gustan (practicar nuestras aficiones), pasear, oír música, etc.
En el Centro de Psicología Huércal de Almería estaremos encantados de poder ayudarte a liberarte del estrés bien mediante terapia o asistiendo a las meditaciones gratuitas que se imparten todos los viernes a las 8 de la tarde.
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