Los niños dependen por completo de sus padres o las personas que hay a su alrededor, generalmente la familia. Desde el mismo momento que nacen comienzan a aprender sobre todo de los padres o tutores, de ellos toman conciencia de lo que son, de todo lo que saben y de hasta donde pueden llegar.
Son grandes observadores y por este motivo es tan importante que tengan buenos ejemplos de las personas que sean de referencia para ellos.
Los niños aprenden de nosotros, de como nos comportamos, de como somos, como los tratamos, los ejemplos que les damos, que normas les inculcamos, etc., seamos o no conscientes de ello.
En la etapa infantil el niño vive muchas situaciones de estrés y afronta problemas que los adultos ni siquiera consideran como tales, un ejemplo de ello, es el nacimiento de un nuevo hermanito. Esto supone una serie de adaptaciones por parte de la familia y del propio niño, ya que generalmente deja de recibir tanta atención como estaba acostumbrado y el niño puede vivir esta situación de forma muy dolorosa para él, sintiéndose relegado a un segundo plano.
Este no es el único caso de situaciones estresantes para los niños, el comienzo de la guardería, el aprender a pedir sus necesidades, no recibir la suficiente atención por parte de los padres, comenzar en la etapa escolar, dificultades de relación con otros niños o adultos, el aprender a concentrarse y prestar atención en clase, etc. Todas estas situaciones pueden dificultar el necesario equilibrio del niño.
Si todas estas fases y etapas se superan de forma adecuada tendremos a un niño sano, equilibrado, feliz, de buena conducta y sociable, pero no todos los niños crecen con las condiciones necesarias para su perfecto desarrollo y es entonces cuando para ellos crecer no les resulta sencillo.
En estos casos de mayor dificultad es cuando se puede llegar a observar en el niño un cambio de conducta o comportamiento, siendo este inadecuado a las circunstancias y necesidades que la vida le exige, como conductas agresivas, destructivas, celos, variaciones en el estado de ánimo, disfunciones en la alimentación, alteración del sueño, enuresis, entre otros.
Estas conductas sería necesario corregirlas por el bien del niño en el momento en que se manifiestan o que los padres sean conscientes de ellas, siendo a veces necesaria la intervención de un psicólogo o terapeuta, para evitar que con el paso del tiempo desencadenen en mayores problemas.
En el CENTRO DE PSICOLOGÍA HUÉRCAL DE ALMERÍA realizamos terapias infantiles para superar, los celos, el apego, los problemas de conducta, las dificultades de relación, adaptación y agresividad, déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, estado de ánimo alterado y conducta alimentaria, trastornos del sueño, enuresis (pipi), encopresis (caca), etc.
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