En el matrimonio o la pareja, la relación personal es de vital importancia debido a la cantidad de cosas que se comparten. Cuándo esta relación está en armonía y es sana proporciona mucha estabilidad y bienestar a la persona. Por eso es muy importante la comunicación, el que existan unos acuerdos entre ambos que sean respetados y que a los dos les parezcan aceptables.
En el matrimonio y la pareja debido a la relación tan estrecha que mantienen y a la responsabilidad y el compromiso que conlleva la convivencia, existen desacuerdos, por eso es muy importante saber cómo afrontar las situaciones tensas.
Suelen adoptarse varias posturas ante este tipo de situaciones, la más dañina es cuando las cosas que no nos gustan se callan, hay peleas y alteraciones, pero generalmente provocadas por uno de los miembros de la pareja y el otro lo permite por evitar el enfrentamiento. Este enfrentamiento ya existe, permitiendo esa actitud ante este tipo de situaciones solo conseguiremos que con el tiempo el rencor vaya creciendo y el malestar interior también. Si se mantiene durante mucho tiempo llevará la relación irremediablemente al fracaso y a sus integrantes a una soledad interior absoluta, aunque convivan juntos. Este tipo de situaciones ocurre cuando uno de los miembros es una persona impositiva que no quiere cambiar, ni analizar su postura, no le importa dañar la relación mientras tenga las cosas como quiere (puede acabar en violencia de género) y la otra persona suele ceder. Esta relación insana si se mantiene durante tiempo daña seriamente la salud de la persona que calla.
Otro tipo de situación muy común, se da cuando un miembro de la pareja molesta al otro, no colabora, no lo tiene en cuenta y si el otro se queja, siempre suele echarle la culpa de todo. Esto es síntoma de personas egoístas que solo piensan en sí mismas y nunca tienen en cuenta las necesidades del otro, no se molestan en cambiar ya que siempre esperan que lo hagan los demás.
Otro tipo de actitud frecuente es que ante esa situación se desaten los nervios y desemboque en un enfrentamiento. Lo mejor ante una pelea es evitarla, ya que inevitablemente el final será doloroso para ambos, aunque puede ser que lo sea para uno más que para el otro, no favorecerá la relación de pareja. Cuando nos alteramos emocionalmente, la tendencia es a explotar y en esos momentos podemos decir a causa del enfado y el descontrol cosas que después lamentaremos, que no pensamos, ni sentimos pero que pueden herir gravemente al otro. El hecho de liberar todas esas emociones que nos oprimían puede conllevar cierto alivio (si después no nos sentimos culpables por lo ocurrido), pero es indispensable pedir perdón y reconocer en nuestra actitud aquello que sea necesario cambiar para mejorar la relación (ataques personales, falta de respeto, insultos, gritos, etc.), si no queremos causar daños mayores. Ante estas situaciones lo mejor es actuar con nuestra mejor voluntad y trabajar con firmeza para que estos incidentes no se repitan.
Es mejor callar a tiempo y abordar la situación cuando estemos más calmados que decir algo que nos dañe a nosotros y a nuestra pareja. Practicando el autocontrol podemos conseguir grandes logros con un poco de paciencia. El desarrollar la cualidad de pensar antes de hablar es muy conveniente en este tipo de situaciones.
Las peleas no resultan inofensivas, son adictivas y si se vuelven continuadas, pueden causar graves daños en la relación de distanciamiento y malestar, llevando a la ruptura de la pareja.
La actitud ideal y más saludable se da cuando cualquier situación tensa se afronta con tranquilidad desde la serenidad y la reflexión, con calma y amabilidad, analizando la situación y las posturas adoptadas con el fin de mejorarlas cada uno en aquello que le toque, actuando de forma asertiva y analizando los hechos de forma ecuánime (con justicia, imparcialidad, rectitud, etc.).
Suele ayudar mucho en este proceso el que interiormente la persona sea madura y tranquila. Las virtudes como la paciencia, la generosidad, el espíritu de ayuda, la cordialidad, el amor, la amistad, el respeto, etc. son de incalculable valor para resolver estas situaciones. La persona así será más consciente de aquello que realmente merece la pena y es importante y de las cosas que son insignificantes y no merece la pena discutir por ellas.
El adoptar una buena actitud respecto a la pareja, valorar su importancia para nosotros y crear energía positiva, nos ayudará muchísimo a tener una buena relación de pareja. Lo mejor es evitar la crítica, la queja o los ataques a la pareja. Cuanto más se critica algo más se lo empeora.
El respeto hay que demostrarlo y nada mejor que valorar a nuestra pareja y decírselo tanto a ella misma, como a los demás. Recuerda con frecuencia sus buenas cualidades y lo que te atrae de ella.
Las parejas con el paso del tiempo se van amoldando, van mejorando y el amor por el otro va madurando, se va profundizando, son emociones menos intensas pero muchísimo más profundas, entonces es cuando se valora lo que la persona es en realidad. Si la relación es buena, se suele adoptar un patrón de conducta que les lleva a hacer siempre las mismas cosas, debido a que no cambian los comportamientos. Esto ocurre por el conocimiento que se ha adquirido durante ese tiempo sobre la otra persona.
Con paciencia, comprensión, confianza y acercamiento tu relación de pareja puede ser fruto de satisfacción interior, estabilidad y armonía, basado en un gran respeto y en un profundo amor. Una buena relación de pareja no nace, se hace, es fruto de la dedicación y el amor, de un día, otro y otro. De ti depende el que quieras dedicarle el esfuerzo necesario y la atención que merece.
En el Centro de Psicología Huércal de Almería mediante la terapia de pareja estamos preparados para ayudarte a mejorar tu vida en aquellos aspectos que consideres necesarios.
Comentarios recientes