Los trastornos de conducta más habituales durante la infancia son la desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc., constituyendo parte de la conducta habitual en algunos niños. Estas conductas suelen suponer un desafío a la autoridad y control de los padres, pudiendo resultar muy perturbadoras y degenerar en una relación de represión con los hijos. Estos problemas aparecen cada vez con más frecuencia entre las familias, incrementándose su magnitud y frecuencia apareciendo a una edad más temprana en el niño. En algunos casos extremadamente graves los niños se vuelven verdaderos tiranos con sus padres, adoptando actitudes exigentes, intolerantes, pudiendo llegar incluso a la agresión si no se les conceden sus exigencias.
Estas conductas pueden producirse por una falta de responsabilidad y de empatía del niño, falta de capacidad para ponerse en el lugar del otro, no sentir las emociones, una educación permisiva en la primera etapa de su vida, factores genéticos y lo que es más común por una mezcla de varios o de todos estos factores.
Las carencias afectivas en la infancia, crecer sin la presencia de los padres, o unos modelos de referencia inadecuados puede desencadenar en este tipo de conductas especialmente agresivas.
Cuando un niño pequeño hace lo que quiere, piensa que todo a su alrededor está a su servicio, no ayuda en las tareas más básicas ni a recoger sus juguetes, no colabora son sus padres y es desobediente, no se pone jamás en el lugar del otro, aprende que la vida es así y que sus padres están para darle todos sus caprichos. Cuando un día los padres cansados de esta actitud le dicen no, entonces grita, amenaza y utiliza todos los recursos a su alcance para conseguir sus propósitos como siempre.
Con una adecuada educación temprana todas estas actitudes pueden mejorarse y siendo adiestrados con técnicas de autocontrol mejorar sus tácticas violentas.
Las conductas infantiles inadecuadas de forma exporádica pueden deberse a la falta de control del niño y presentar cierta normalidad en deteminadas etapas de su desarrollo. Pero si por frecuencia, magnitd o perseverancia son excesivas, será necesario acudir a un psicólogo profesional para ayudarnos a corregirlas a tiempo.
Los problemas de conducta como romper cosas o desobedecer ordenes aparece en niños sobre los 5-6 años. La desobediencia puede ir acompañada de rabietas o negativismo. La rabieta la provoca el niño para librarse de hacer aquello que no le gusta. El niño negativista siempre dice no, como forma de llamar la atención o como presión para evitar la realización de tareas que no son de su agrado. Los niños se dan cuenta de que se trata de ser más perseverantes en sus conductas que los mayores. El librarse de hacer lo que no les gusta, refuerza dicho comportamiento, aumentando la probabilidad de ocurrencia y el problena se cronifica.
Hay que valorar las situaciones para tomas las medidas oportunas analizando las circunstancias actuales que las provocan y mantienen, la situación, la relación familiar, las condiciones ambientales, factores geéticos, entre otras cosas. Para tener un mayor control sobre el comportamiento es muy importante que los padres y los familiares cercanos (abuelos, hermanos mayores, etc.), actúen con las mismas normas ante las demandas excesivas del niño. La complicidad y perseverancia de los padres en su interacción con el niño es esencial para su control.
En el Centro de Psicología Huércal de Almería estamos preparados para ayudarte a mejorar tu vida.
Autora
María Belén López Carretero
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